AUTOR Rober Restrepo Betancur, Director de Aprendizaje Cesde
RESUMEN: la Cuarta Revolución Industrial es un concepto que ha estado presente desde mediados del siglo XX, y se caracteriza por requerir del dominio de competencias duras (técnicas) y blandas (humanas) por parte de las personas.
PALABRAS CLAVES: enfoque, competencias, cuarta revolución industrial. El concepto de competencia se ha utilizado básicamente en la formación empresarial, en la formación técnica y en la educación superior.
Desde el mundo organizacional y educativo, las competencias se vienen abordando desde cuatro enfoques. El primero, el enfoque conductista, el cual se centra en la identificación de aquellas competencias que permitan predecir el desempeño excelente de directivos y gerentes de grandes empresas; ha sido preferentemente adoptado por el entorno empresarial.
El segundo enfoque es el constructivista, el cual parte del análisis de las relaciones existentes entre los grupos y su entorno y entre la formación y el empleo. El tercer enfoque, el funcionalista, el cual se referencia en los postulados de la escuela funcionalista de sociología, y tiene sus orígenes en los esfuerzos de la Administración Británica por adaptar los sistemas de formación y capacitación profesional a las necesidades del mercado laboral.
El cuarto enfoque es el sistémico – complejo, que le da primacía a la formación de personas integrales con compromiso ético, que busquen su autorrealización, aportando al tejido social y que, además, sean profesionales idóneos, innovadores y emprendedores.
Ahora, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, la Cuarta Revolución Industrial se caracteriza por una gama de nuevas tecnologías que fusionan los mundos físico, digital y biológico, impactando en todas las disciplinas, economías e industrias, e incluso desafiando ideas sobre lo que significa ser humano.
Esta cuarta revolución industrial exige el dominio de competencias duras (técnicas), pero también el dominio de competencias blandas o humanas tales como: habilidades comunicativas, trabajo en equipo, pensamiento crítico, gestión del cambio, toma de decisiones, entre otras. Esto implica, entonces, mirar hacia una formación por competencias que las integre desde tres tipos.
El primero son las competencias genéricas, es decir, el desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes transversales que se requieren en cualquier área profesional, que son transferibles a una gran variedad de ámbitos de desempeño y que fortalecen la empleabilidad. El segundo, son las competencias laborales, que consiste en el desarrollo de conocimiento y habilidades que se ponen en práctica para realizar un trabajo y desarrollarlo bien. El tercer tipo corresponde al desarrollo de valores y actitudes, es decir, a la formación humana y el desarrollo de la persona.
Puede decirse entonces, que, para poder responder a las exigencias de la Cuarta Revolución Industrial desde el punto de vista de la formación, es clave adaptar un enfoque de competencias que posibilite el desarrollo de habilidades duras y blandas en los estudiantes, y el enfoque sistémico – complejo puede ser uno de ellos.